martes, 26 de enero de 2010

Érase una vez Constance, un sin techo 'más'

Sinopsis

Érase una vez, año 2010, gran Barcelona, ciudad condal, vivía des de hace largos años un ex francés, tal vez feliz, hombre, edad cree que 75. Nómada de 6 de la mañana hasta altas horas de la tarde, solía pasear su carro vagabundo con los periódicos gratuitos del día, algún alimento que le habían dado, y la vida que se había ido. En el bolsillo pequeño de su pantalón viejo (donación social) solía guardar, también, alguna ilusión hecha ayer.
Lo conocí una mañana de frío, justo en esa hora en que la ciudad se acaba de desperezar. Huérfano temprano, sin su único hermano, poco después: sólo le quedaron las ganas de luchar, y mucha pobreza tras años sin cotizar. Intentó paliar su soledad con alguna mujer, pero como en casa de ricos no entran pobres, volvió a aprender a estar consigo.
A pesar de que para él la vida es triste, no ha perdido del todo su inocencia. Lo saben todos los que se fijan en Él. Se le puede ver sentado en un banco de Plaza Cataluña todos los días de 6 a 10h, hora solar. Suele sentarse a esperar, mientras las otras vidas vienen y van, a toda prisa. Quizá esa ‘espera’ es lo que lo mantiene tan íntegro, a pesar de los pesares. O eso, o que te cante un bolero siempre que tiene ganas de llorar.
by Carmen

2 comentarios:

Eulàlia dijo...

genial!

funciona?

Anónimo dijo...

Es que hay algun motivo más fuerte que la espera? sólo quien solo espera la muerte (los acentos son importantes) ya no tiene ganas de vivir.