jueves, 10 de mayo de 2007

Pip pip pip pip

Me gusta la gente que corre a coger el tren haciendo oídos sordos al molesto pip pip pip pip que advierte de que las puertas se están cerrando. Me gusta porque, en un 50% de los casos, logran atravesar la ranura, ese segundo que separa lo abierto de lo cerrado o lo que es lo mismo, el estar en marcha de la espera.
Aunque, por otra parte, me gusta la gente que pasa de correr para coger el tren cuando se oye el lejano pip pip pip pip que señala que las puertas se están cerrando. Me gusta porque, en un 50% de los casos, logran superar lo que podría ser la eterna espera del próximo tren y convertirla en tiempo libre, tiempo muerto, tiempo suyo.
(Además) ¿os habéis preguntado alguna vez por qué el conejo blanco que se llevó a Alicia al país de los adultos tenía siempre tanta prisa? ¿Teníais la misma prisa antes de que os cogiera el conejo?
Conclusión
(A): ser conejos negros o de colores, según el día, y no darle tanta importancia cuando sea negro.
(B): O preguntarse: -¿qué conejo?, yo no he visto ningún conejo.
(C): Salirse de vez en cuando de la madriguera y decidir cuando se quiere oír al pip pip o cuando ignorarlo.

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