Así pues, algunas líneas que llegaron adentro en su momento (cuando llegas a una gran ciudad y vas a empezar la universidad, sin saber dónde estás ni dónde estarás ni si...). Con el tiempo, el miedo se va curando...
Nada, de Carmen Laforet:
"Era la primera vez que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario, me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad en la noche".
"El olor especial, el gran rumor de la gente, las luces siempre tristes, tenían para mí un gran encanto, ya que envolvía todas mis impresiones en la maravilla de haber llegado por fin a una ciudad grande (Barcelona), adorada en mis ensueños por desconocida".
"Con frecuencia me encontré sorprendida, entre aquellas gentes de la calle Aribau, por el aspecto de tragedia que tomaban los sucesos más nimios, a pesar de que aquellos seres llevaban cada uno un peso, una obsesión real dentro de sí, a la que pocas veces aludían directamente".
"La temprana primavera mediterránea comenzó a enviar sus ráfagas entre las ramas aún heladas de los árboles. Había una alegría deshilvanada en el aire, casi tan visible como esas nubes transparentes que a veces enganchan el cielo".
"Me parecía que a él le sucedía algo extraordinario, que súbitamente se había enamorado de mí. Porque entonces era lo suficientemente atontada para no darme cuenta de que aquél era uno de los infinitos hombres que nacen sólo para sementales y junto a una mujer no entienden otra actitud que ésta. su cerebro y su corazón no llegan a más".
'Demos gracias al cielo de que valemos infinitamente más que nuestros antepasados. --Homero.' La firma era imponente. Tuve que reírme. Me encontraba muy bien allí; la inconsciencia absoluta, la descuidada felicidad de aquel ambiente me acariciaban el espíritu".
"--Yo no busco en las personas ni la bondad ni la buena educación siquiera... aunque creo que esto último es imprescindible para vivir con ellas. Me gustan las gentes que ven la vida con ojos distintos que los demás, que consideran las cosas de otro modo que la mayoría... Quizá me ocurra esto porque he vivido siempre con seres demasiado normales y satisfechos de ellos mismos... Estoy segura de que mi madre y mis hermanos tienen la certeza de su utilidad indiscutible en este mundo, que saben en todo momento lo que quieren, lo que les parece mal y lo que les parece bien... Y que han sufrido muy poca angustia ante ningún hecho".
"Fui distraída todo el camino, pensando en que siempre se mueve uno en el mismo círculo de personas por más vueltas que parezca dar".
"Me era imposible creer en la belleza y la verdad de los sentimientos humanos --tal como entonces con mis dieciocho años lo concebía yo-- al pensar que todo aquello que reflejaban los ojos de Ena (...) se hubiera desvanecido en un momento, sin dejar rastro".
"Ella y Jaime me habían parecido aquella primavera distintos de todos los seres humanos, como divinizados por un secreto que a mí se me antojaba alto y maravilloso. El amor de ellos me había iluminado el sentido de la existencia, sólo por el hecho de existir".
"Al mismo tiempo que me desesperaba, me convencía de que la quería muchísimo, ya que no se me ocurría otra actitud frente a ella que la de procurar entenderla cuando me parecía imposible hacerlo".
"La ciudad, cuando empieza a envolverse en el calor del verano, tiene una belleza sofocante, un poco triste. A mí me parecía triste Barcelona, mirándola desde la ventana del estudio de mis amigos, en el atardecer. Desde allí un panorama de azoteas y tejados se veía envuelto en vapores rojizos y ls torres de las iglesias antiguas parecían navegar entre olas. Por encima, el cielo sin nubes cambiaba sus colores lisos. De un polvoriento azul pasaba a rojo sangre, oro, amatista. Luego llegó la noche".
"Tal vez el sentido de la vida para una mujer consiste en ser descubierta así, mirada de manera que ella misma se sienta irradiante de luz. No en mirar, no en escuchar venenos y torpezas de los otros, sino en vivir plenamente el propio goce de los sentimientos y las sensaciones, la propia desesperación y la alegría. La propia maldad o bondad...".
"Había algo aterrador en la magnificencia clásica de aquel cielo aplastado sobre la calle silenciosa. Algo que me hacía sentirme pequeña y apretada en tre fuerzas cósmicas como el héroe de una tragedia griega. Parecía ahogarme tanta luz, tanta sed abrasadora de asfalto y piedras. Estaba caminando como si recorriera el propio camino de mi vida, desierto. Mirando las sombras de las gentes que a mi lado se escapaban sin poder asirlas. Abocando en cada instante, irremediablemente, en la soledad".
"Empezó a temblarme el mundo detrás de una bonita niebla gris que el sol irisaba a segundos. (...) Estuve mucho rato llorando, allí, en la intimidad que me proporcionaba la indiferencia de la calle, y así me pareció que lentamente mi alma quedaba lavada".
"En realidad, mi pena de chiquilla desilusionada no merecía tanto aparato. Había leído rápidamente una hoja de mi vida que no valía la pena de recordar más. A mi lado, dolores más grandes me habían dejado indiferente hasta la burla...".
"Corrí, de vuelta a casa, la calle Aribau de extremo a extremo. Había estado tanto tiempo sentada en medio de mis pensamientos que el cielo se empalidecía".
"Ya de madrugada, un cortejo de nubarrones oscuros como larguísimos dedos empezaron a flotar en el cielo. Al fin, ahogaron la luna".
"La mañana vino y me pareció sentirla llegar --cerrados aún mis párpados-- tal como la Aurora, en un gran carro cuyas ruedas aplastasen mi cráneo. (...) El tintineo del tranvía. Un rumoreo confuso de hojas de árboles y de luces mezcladas. Un grito lejano: Drapaireee!...".
"El aire de la mañana estimulaba. El suelo aparecía mojado con el rocío de la noche. Antes de entrar en el auto alcé los ojos hacia la casa donde había vivido un año. Los primeros rayos del sol chocaban contra sus ventanas. Unos momentos después, la calle de Aribau y Barcelona entera quedaban detrás de mí".
Y así fue como Andrea y su sentir trágico de la vida despertaron el mío. Pero para superarlo, aunque siga ahí.
*La selección se ha hecho en tres partes: una a los 13 años, otra a los 18, la última a los 22...
2 comentarios:
Una de las razones por las que vine a barcelona fue Nada.
Precioso libro, me dejo huella cuando tenía 18 años.
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