1878. El ladrón de tricicletas, viendo llegar el tren de la industrialización, se decantó por el medio ambiente, los sombreros voladores y los bigotes dalinianos.
Sus pies bailaban el vals de los pedales mientras su mirada, hecha de nostalgias sabiamente aireadas, escrutaba la lejana línea del horizonte con los dedos de los pies.
Los habitantes del lugar, al verlo pasar, le llamaban Howe, el ladrón de tricicletas.
2 comentarios:
¡¡tiempo sin verte por aquí!!
Saludos
Bienvenida susu y bienvenidas tus entradas!
Tu encuentro del otro día casual o causal seguro que fue una muy agradable sorpresa. Eso que dices de asuntos mundanos, la felicidad mundial... á mí sólo me gustaría tener alguna respuesta concreta. No podemos contribuir a la felicidad general, creo que tenemos que ser un poco humildes en nuestros propósitos (y seguro que ahora gis me dirá que estoy equivocada). Y yo digo que algo desengañada sí. No perdamos el norte. Pero no excesivamente, ser idealista tiene mucho mérito y si además cumples alguna de todas tus ideas, más mérito aún.
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