Robaron sonrisas de terciopelo y casi ojos bocabajo. Repitieron varias veces algo así como "sin pies ni cabeza" aunque todo parecía cobrar sentido. Gañotas por palabras y palabras por gañotas: la tristeza en el estante (¿o en el instante?). Quizás en el estanque. Y muchos ooohhhhs y uhhhhs y aiiiiis y uiiiiiis y
Y luego el acordeón, el bajo y la batería tocaron la canción de las sonrisas muertas. Una marioneta aparecía iluminada a lo lejos: -Ay, el amor -dijo-. -¿El amor? -pensaron muchos-. Y se acordaron de miradas que luego la memoria decidió no recordar.
El señor de la camisa amarilla trajo el sol de aquellos tiempos en que Adán y Eva eran uno. Narró el descubrimiento de agujeros, testículos y un cielo que se abría: -mmmmm -exclamó- (se refería a ese momento aclimatado en que el mundo deja de hacernos preguntas, o al sèver). TSssssssshhahhjjh...
y el diablo sacó una flor de su loca ( boca)
1 comentario:
mmm... me quedé pensando en las miradas... y sin ganyotes. "un minuto de silencio de verdad dura una eternidad" (banda aparte)
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